Vacaciones con Ritmo: La Policía Nacional y su Sinfonía de Vallenato en Arjona, Bolívar

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Por: Emilio Gutiérrez Yance

Con las vacaciones de mitad de año, el municipio de Arjona en Bolívar se llena de una nueva melodía, una sinfonía que resuena en los corazones de sus jóvenes, llevándolos a un viaje de cultura y seguridad, orquestado magistralmente por la Policía Nacional.

Es un auténtico concierto de actividades culturales y pedagógicas, que busca proporcionar a los jóvenes una partitura de experiencias enriquecedoras y seguras durante sus días libres.

La plaza de Arjona se convierte en un punto de reunión donde el acordeón, uno de los instrumentos más icónicos de la música vallenata, ese que llegó de Alemania y ha pasado por manos de grandes juglares, ocupa el centro del escenario. De lejos se escuchan las melodiosas notas que llegan al corazón evocando también al festival que se hace en esta hermosa tierra bolivarense.

Orlando José Carvajalino Mendoza, miembro de la Policía Nacional, quien además es un talentoso acordeonista, lidera estas jornadas musicales. Con su acordeón en el pecho, acompañado de la caja y la guacharaca, enseña a los jóvenes no solo a tocar estos instrumentos, sino también a sentir la pasión y dedicación que requieren. La música vallenata, con sus cuatro aires tradicionales – paseo, merengue, son y puya – se convierte en el hilo conductor de estas vacaciones.

Cada mañana, al compás del sol que ilumina la plaza, los niños y adolescentes se reúnen con los policías. Las primeras notas del día son una mezcla de expectativas y curiosidad. El oficial acordeonista empieza a hablar de los cuatro aires vallenatos, explicando cómo cada uno tiene su propio ritmo y carácter. Los jóvenes escuchan atentamente, como si cada palabra fuera una nota que deben recordar.

El paseo, con su ritmo lento y melódico, enseña a los jóvenes la importancia de la paciencia y la precisión. El merengue, más rápido y vivaz, les muestra cómo la energía y el entusiasmo son esenciales en la música y en la vida. El son, con su cadencia intermedia y su carácter reflexivo, les invita a la introspección y la expresión personal. Finalmente, la puya, el más rápido y complejo de los aires, les desafía a alcanzar nuevas habilidades y a perseverar.

Cada clase es una sinfonía de aprendizaje y descubrimiento. Los jóvenes no solo aprenden a ejecutar los aires musicales, sino que también comprenden el valor del trabajo en equipo y la disciplina. Bajo la dirección del oficial Carvajalino Mendoza, sus manos empiezan a dominar el acordeón, y sus corazones comienzan a latir al ritmo de la música vallenata, mientras la plaza se va llenando de gente atraídos por las notas musicales.

Pero la sinfonía no termina aquí, pues se ha diseñado una partitura completa de actividades de esparcimiento y culturales que complementan la enseñanza musical. Talleres de arte, juegos tradicionales y charlas educativas llenan el pentagrama de estas vacaciones, creando un ambiente donde los jóvenes pueden expresarse, aprender y crecer de manera integral.

La plaza de Arjona, testigo de esta transformación, se llena cada día de notas alegres y risas. Los padres, al ver a sus primogénitos inmersos en estas actividades, sienten una mezcla de orgullo y tranquilidad. Saben que, gracias a la dedicación de la Policía Nacional, sus hijos están aprovechando las vacaciones aprendiendo las bases del folclor colombiano de manera constructiva y segura.

El acordeón que requiere de una gran dedicación y pasión, ha sido la cuna de muchos grandes artistas de la música vallenata. Estas sesiones no solo se centran en la técnica musical, sino que también promueven valores de disciplina, trabajo en equipo y amor por las tradiciones culturales.

Los niños descubren que la música no solo es una forma de entretenimiento, sino también una vía de expresión y un puente hacia la comprensión de su propio patrimonio cultural.

Con esta iniciativa la Policía Nacional ofrece la oportunidad de sumergirse en el mundo de la música vallenata que exige concentración y dedicación, pero que también promete una gran satisfacción personal y comunitaria.

Cada acorde que brota de los acordeones de estos jóvenes no es solo una nota musical, sino un testimonio del poder universal de la música. Estas vacaciones prometen tejer una melodía de esperanza y valores que, al resonar en cada rincón del departamento de Bolívar, nos recuerdan que la música tiene el poder de construir puentes, unir comunidades y trascender fronteras, llevando un mensaje de paz y fraternidad al mundo entero.