Gobernación del Atlantico ataca la desnutrición y la desigualdad

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  • 750 niños y embarazadas en riesgo nutricional reciben raciones de comida, seguimiento médico y acompañamiento psicosocial como una inversión para superar la pobreza.

En un esfuerzo por garantizar el desarrollo integral de los niños y niñas del departamento y prevenir la desnutrición, la Gobernación del Atlántico, a través de la Secretaría de Salud, entrega mensualmente alimentos y cuidados integrales en bienestar físico y mental a 750 beneficiarios. Esta labor se realiza en el marco del programa “1.000 Días para Cambiar el Mundo”, implementado en convenio con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) y las Empresas Sociales del Estado (ESE) de Baranoa, Santo Tomás y Suan.

La Casa del Adulto Mayor de Santa Lucía fue centro de una de las actividades del mes de noviembre en que se realizan encuentros mensuales que reúne a los beneficiarios con actividades de educación comunitaria, apoyo psicosocial y entregas de mercados que benefician a cada uno de los 22 municipios, para dotar la alacena con un mes de comida para preparar, otras preparadas por el Icbf de alto valor nutricional y listas para el consumo. Todo ello dirigido a madres gestantes e infantes con riesgo nutricional.

La esperanza y alegría en los rostros de los menores y madres beneficiarias se evidenció; según sus testimonios en la recuperación nutricional, tanto de niños como de madres en embarazo que estaban de bajo peso, no solo gracias a la ración mensual de alimentos, sino al seguimiento médico, ginecológico, la ruta en garantías de derechos, capacitaciones y acompañamiento psicosocial.

Luis Carlos Fajardo, secretario de Salud del Atlántico, destacó la importancia de la estrategia. Dijo que el programa busca transformar vidas desde el inicio, atendiendo a mujeres gestantes y niños menores de cinco años para garantizar su desarrollo físico y cognitivo, cumpliendo con el derecho fundamental a la alimentación adecuada en las comunidades más vulnerables del Atlántico.

“El Bienestar Familiar cuenta con el Programa 1000 días para Cambiar al Mundo, y en un trabajo articulado entre la Gobernación, la Secretaría de Salud y las ESEs del departamento estamos entregando a 750 personas, mensualmente, raciones familiares para preparar y alimentos listos para consumir, dirigido a los niños desnutridos o en riesgo de desnutrición menores de 5 años y a todas las mujeres embarazadas. De estas 750 personas hemos logrado recuperar al 20 % con las raciones entregadas desde el mes de julio hasta el mes de octubre, lo cual demuestra la eficacia y la eficiencia de este programa que nos ayuda mejorar los indicadores de salud pública de pacientes desnutridos y de pacientes muertos por desnutrición”, resaltó.

El programa, que inició en julio, tiene un enfoque familiar y comunitario, atendiendo de manera simultánea a un número de usuarios en riesgo, detectados por cada hospital público municipal en la consulta médica. Las mujeres entran al programa durante los 9 meses de embarazo y los niños por 6 meses hasta su recuperación, y así van beneficiándose otras 750 personas. Sin embargo, los primeros no son abandonados sino que ingresan a otro programa con el Icbf para su seguimiento y aseguramiento de crecimiento y desarrollo óptimo.

Entre las acciones se incluyen la entrega de alimentos listos para el consumo (ALC) y raciones familiares para preparar (RFPP), seguimiento médico y nutricional mensual, educación alimentaria, como fortalecimiento de la seguridad alimentaria en el hogar.

HISTORIAS DE TRANSFORMACIÓN

Para Liliana Orellano, gerente de la ESE Suan, los resultados son evidentes: “Hemos visto mejoras significativas en los niños y madres gestantes que atendemos. Esto demuestra el impacto de un enfoque integral que combina nutrición, educación y atención médica”.

Entre los beneficiarios se encuentra Yenifer Villa González, madre gestante de 22 años del municipio de Santa Lucía, quien afirmó que gracias al programa, se siente acompañada y que ha aprendido a compartir y a mejorar su alimentación.

“En el primer embarazo, yo no subía de peso, yo pesaba 32 (kilos). Y ahora que me metí en este programa ya he subido a 52. Le doy gracias a Dios y agradezco mucho a este programa, afirmó”.

Otro caso es el de Glenda Matute, madre de Milagro Martínez, una niña que superó la desnutrición con apoyo del programa, quien entusiasmada relató cómo su pequeña pasó de estar en riesgo a totalmente recuperada con base en estas acciones de la Gobernación. “Ver a mi hija recuperar su peso y energía ha sido un milagro. Agradezco a todo el equipo por estar con nosotras en este proceso”, dijo.

Glenda, a grandes voces, narró los avances en la menor en su proceso nutricional y los positivos cambios comportamentales- “ella tenía mucho la comida acá (en la boca) y la movilizaba mucho… ahora le gusta compartir, se ha independizado y ha engordado. El paquete (nutricional) y la papeleta (alimento de alto valor nutricional) me ha ayudado bastante. Gracias porque me han sabido guiar”, expresó.

COMPONENTES CLAVE DEL PROGRAMA

El modelo “1.000 Días para Cambiar el Mundo” se basa en tres pilares:
1. Fortalecimiento familiar: Promueve entornos protectores para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional.
2. Hábitos de vida saludable: Fomenta estilos de vida sanos para prevenir malnutrición y enfermedades.
3. Complementación alimentaria: Provee alimentos de alta calidad nutricional adaptados a las necesidades específicas de los beneficiarios.

El concepto de los «1.000 días para cambiar el mundo» se basa en un enfoque científico que resalta la importancia de ese primer tiempo de vida de un ser humano, comprendido desde el inicio del embarazo hasta los dos años de edad. Este período es crucial porque representa una única oportunidad para influir en el desarrollo físico, cognitivo y emocional de los infantes de forma positiva, así como es una inversión bien hecha para su salud en los siguientes años, incluso hasta su adultez.

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) los efectos de la desnutrición en la primera infancia, es decir de cero a 8 años, “pueden ser devastadores y duraderos. Pueden impedir el desarrollo conductual y cognitivo, el rendimiento escolar y la salud reproductiva, debilitando así la futura productividad en el trabajo. Dado que el retraso en el crecimiento ocurre casi exclusivamente durante el periodo intrauterino y en los 2 primeros años de vida, es importante que las intervenciones de prevención de la atrofia, la anemia o la xeroftalmia ocurran en la edad temprana”.

Adicionalmente, la Secretaría de Salud está vigilante de una atención médica adecuada y preventiva durante este tiempo, la cual fortalece el sistema inmunológico, reduciendo la vulnerabilidad a enfermedades y trastornos crónicos como diabetes, hipertensión o problemas cardiovasculares en la adultez.

Un niño o niña que recibe los cuidados necesarios en sus primeros 1.000 días tiene más posibilidades de alcanzar su máximo potencial en la vida, lo que impacta su futuro educativo, laboral y social, rompiendo ciclos de pobreza y desnutrición en generaciones futuras.

Es por ello que la Gobernación del Atlántico trabaja en garantizar una nutrición adecuada y un entorno protector en estos años críticos, ya que fortaleciendo la seguridad alimentaria, se reducen las brechas de desigualdad y se promueve una sociedad más equitativa y saludable.

Estudios de organismos internacionales como UNICEF y la OMS, invertir en los primeros 1.000 días tiene el retorno más alto en términos de desarrollo humano y económico, ya que cada dólar invertido puede generar hasta 16 dólares en beneficios para la sociedad.
UNICEF indica que los primeros años de vida constituyen un “período crítico de adaptabilidad y capacidad de respuesta a las intervenciones. Carecer de nutrición, estimulación y protección adecuadas en la primera infancia tiene efectos nocivos que pueden repercutir a largo plazo en las familias y las comunidades”.

La Gobernación del Atlántico reitera su compromiso de seguir fortaleciendo programas de atención integral en salud, alimentación y educación para garantizar el bienestar de las comunidades más vulnerables.