Por: Emilio Gutiérrez Yance
En un pequeño pueblo del departamento de Bolívar, donde la historia y la tradición se entrelazan, vive Paulina Perea Salcedo, una de esas mujeres campesinas de 92 años que, a pesar de las adversidades que ha enfrentado a lo largo de su vida, aún mantiene un espíritu decidido y un compromiso inquebrantable con la democracia.
En un día de elecciones cuando la euforia de la gente está al límite, en Pinillos, muy temprano la vieja Paulina como cariñosamente la llaman en el pueblo, se pone su mejor pinta y sale a ejercer ese derecho a elegir que la dio la constitución política de Colombia.
Se le ve caminando a paso lento, pero firme hacia las urnas, sabe en que mesa le toca y los candidatos por los que va a votar. Su rostro curtido por el paso de los años refleja la experiencia y sabiduría acumulada a lo largo de casi un siglo de vida.
En el pasado, Paulina, vivió con temor en su corazón debido a la presencia de grupos armados en su comunidad. Las sombras de la violencia y la inseguridad se cernían sobre su pueblo, haciendo que el simple acto de ejercer el derecho al voto pareciera un sueño inalcanzable, pero hoy las cosas han cambiado, la presencia de la Policía Nacional y demás fuerzas de seguridad, garantizan la tranquilidad de la fiesta democrática. La vieja Paulina se siente segura y sigue creyendo en la importancia de su voto.
La humilde mujer quien perdió a su esposo hace 15 años y luego a su hijo por Covid-19, representa la resiliencia de una generación que ha superado obstáculos y luchado por la democracia. Su historia es un recordatorio de que la determinación y la voluntad pueden trascender el tiempo y las adversidades, inspirando a las generaciones futuras a participar activamente en la construcción de un mejor futuro. Hoy, su voto es un tributo a su pasado y una promesa para el mañana.
Nonagenaria mujer es un símbolo de persistencia y fe en la democracia, nada no podido mermar su determinación de ejercer su derecho al voto, un compromiso que ha sostenido desde que tuvo la oportunidad de hacerlo en unas elecciones para elegir presidente de Colombia.
Paulina, ha sido testigo de buenos y malos gobernantes, pero su fe en la importancia de su voto nunca ha flaqueado. Para ella, cada elección es una oportunidad de marcar la diferencia y elegir a quienes realmente trabajen por el bienestar de su pueblo, a pesar de las dificultades y decepciones que ha experimentado a lo largo de los años.
Con humildad y honestidad, la vieja Paulina insiste en que es responsabilidad de los jóvenes aprender a elegir y ser elegidos, para que la democracia perdure y evite que los mismos actores políticos se mantengan en el poder sin cambios significativos. Su sabiduría popular le permite discernir quién merece su voto, y su experiencia es un recordatorio de la importancia de la elección de líderes íntegros y comprometidos.
Recuerda épocas en las que grupos armados presionaban el voto por ciertos candidatos, pero hoy la efectividad de la Policía Nacional ha transformado la situación. Se siente más segura al salir y vivir la fiesta de la democracia, sabiendo que su voz y voto cuenta sin presiones.
«No sé cuántas veces más ejerceré mi derecho», reflexiona Paulina, «pero mientras haya vida, acudiré a las urnas». Su convicción se basa en la creencia de que su voto contribuye al desarrollo de la región e invita a las nuevas generaciones a no dejar que le quiten el derecho a elegir y ser elegidos. Su historia es un recordatorio de la importancia de la participación cívica y la responsabilidad de elegir a quienes liderarán la región.
La vieja Paulina, encarna la esperanza y la resiliencia de una comunidad que, a través de las votaciones y elecciones, busca un futuro marcado por la honestidad, la humildad y la lucha contra la corrupción.