El Crucero Freewinds y la Policía de Bolívar en un viaje de honor y compromiso

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Por: Emilio Gutiérrez Yance

Bajo el intenso brillo del sol caribeño al caer la tarde, el mar susurraba su canción interminable, meciendo con suavidad las olas que rodeaban al imponente Freewinds, un crucero de 135 metros de eslora y un peso de 10 mil toneladas, más que una simple embarcación, parecía un símbolo flotante de la adaptabilidad que exige el ejercicio policial, moviéndose al ritmo del viento y el agua como lo hace la vida misma.

El abordaje comenzó pasadas las cinco de la tarde desde la Sociedad Portuaria de Cartagena de Indias, donde la embarcación, con su elegante estructura, comenzó a moverse para hacer un recorrido por la bahía. La brisa marina impregnaba de frescura la atmósfera, mientras los pasajeros a bordo disfrutaban de una experiencia única. La presencia de la reconocida actriz venezolana Ruddy Rodríguez, aportaba un toque especial al evento, y su sonrisa cálida se sumaba a la camaradería del momento.

El Freewinds, cuyo puerto y hogar es Curaçao. diseñado con alta tecnología, no solo era un espacio seguro y estético, sino también libre de distracciones del exterior, lo que permite a las personas que se capacitan en los cursos de Eficiencia Personal y Resolución de Conflictos un ambiente óptimo para una profunda conexión espiritual, convirtiéndose en el escenario perfecto para un evento sin precedentes: la Relación General del Departamento de Policía de Bolívar, presidida por el brigadier general Wharlinton Iván Gualdrón Gualdrón, comandante de la Región de Policía N-8.

Los funcionarios a bordo no sólo sentían la suave brisa del atardecer, sino también el orgullo y la solemnidad que impregnaban el ambiente. En medio de ese entorno sereno, era fácil percibir cómo el diseño del Freewinds, pensado para la reflexión y el enfoque, se alineaba perfectamente con los valores que regían la jornada: transparencia, integridad y compromiso.

La transparencia del horizonte, sin fin a la vista, reflejaba el valor de la honestidad que guiaría el evento. Aquí, en este espacio donde el cielo y el mar parecían fundirse, los principios de humanismo y transparencia que orientan la misión de la Policía Nacional se hacían palpables, como una brújula que no solo apunta hacia el deber, sino hacia el compromiso inquebrantable con la ciudadanía.

El evento fue un homenaje al servicio y la dedicación. Quince funcionarios, elegidos por el Comité de Gestión Humana, fueron reconocidos como los personajes del mes. Cada uno de ellos, como estrellas que brillan en la inmensidad del firmamento, representaba una historia de sacrificio, entrega y valentía. No eran nombres en una lista, sino personas cuyas acciones han dejado una huella en la seguridad y la convivencia del departamento de Bolívar. Como el mar que baña las costas, sus esfuerzos eran parte de algo mucho más grande, una red de compromiso y responsabilidad que abarcaba a toda la comunidad.

El señor general Gualdrón, en su discurso, recordó que cada reconocimiento es una pieza más en el mosaico de confianza que la Policía construye día a día con la ciudadanía. La medalla de Integridad y Transparencia fue un símbolo, no solo de honor, sino de una guía moral que debía seguirse, incluso en los momentos más difíciles. Como las olas que golpean suavemente el casco del Freewinds, la integridad es constante y firme, aunque a menudo invisible.

Mientras la brisa salada jugaba con los uniformes de los presentes, el general hizo un llamado claro: la transparencia debía ser la brújula en cada acción policial.

En un mundo donde las decisiones se toman con rapidez, y a veces con ambigüedad, la honestidad y la ética son el ancla que impide a los servidores públicos desviarse del camino correcto. La metáfora no era sólo simbólica; allí, rodeados por el mar, la transparencia se hacía tan clara y esencial como las aguas cristalinas que rodeaban el barco.

El evento, más que un acto protocolario, fue una reafirmación de la misión institucional de la Policía Nacional. El majestuoso crucero se convirtió en un espacio donde se consolidaron los principios de la Policía Nacional, reafirmando su compromiso no solo con la seguridad operativa, sino con los valores fundamentales que deben guiar cada acción, cada decisión.

La relación general fue un recordatorio de que la Policía es, en esencia, una fuerza de servicio y sacrificio, donde la integridad y el compromiso con el bienestar público son las verdaderas insignias de honor.

Al caer la noche mientras la luna destellante se asomaba en el horizonte y reflejaba su luz sobre las olas, la tripulación policial volvía a sus labores. Pero esta vez, con la certeza de que sus acciones no eran solamente suyas, sino parte de una gran marea que busca llevar a buen puerto los valores de la transparencia, el servicio y el humanismo. Porque, como el Freewinds, la Policía Nacional sigue navegando, adaptándose y avanzando, siempre guiada por la brújula de la integridad.