- Diana Fernanda Salazar Ruiz a quien junto con los sobrevivientes le fue otorgada la medalla al valor, es un testimonio viviente del coraje y sacrificio de las mujeres en la Policía Nacional.
Por: Emilio Gutiérrez Yance
El alba del lunes 20 de mayo de 2024, en el municipio de Morales, Cauca, se despertó para enfrentar el estruendo de un brutal ataque. En el corazón de esta barbarie se encontraba Diana Fernanda Salazar Ruiz, una patrullera caleña de 31 años, con seis de servicio en la Policía Nacional. Diana, madre de un niño de dos años y única hija, jamás imaginó que aquella serena mañana se transformaría en una pesadilla de guerra.
Había abandonado su carrera en publicidad para servir a su país, dedicándose a la Policía Nacional, una vocación que abrazaba con pasión a pesar de sus peligros inherentes. La noche anterior, ella y sus compañeros se habían reunido, sin sospechar el inminente peligro que los acechaba. Afuera, unos 300 guerrilleros del Frente Jaime Martínez se preparaban para lanzar un asalto con toda su artillería.
Con el primer rayo de sol llegó el infierno. Un cilindro bomba estalló cerca del lugar donde dormía, seguido por el ensordecedor rugido de las ametralladoras. El brutal ataque había comenzado. Diana, aún en pijama, se vistió rápidamente y tomó su fusil, dispuesta a defender la estación y a sus compañeros. Aunque era su primer enfrentamiento directo, el miedo no la paralizó.
Los guerrilleros rodearon la estación y atacaron desde todos los flancos. Los vigilantes en las garitas fueron los primeros en caer bajo el intenso fuego. Entre gritos y explosiones, Diana se encomendó a Dios, resignada a su destino.
Durante tres interminables horas, los diez valientes policías, dos mujeres y ocho hombres, resistieron el feroz ataque. Un helicóptero de apoyo llegó, pero fue impactado y tuvo que retirarse. Cuando todo parecía perdido, un Grupo de Operaciones Especiales llegó por tierra, forzando a los rebeldes a retirarse con algunos heridos.
Diana y sus compañeros fueron evacuados rápidamente en una tanqueta al hospital de Piendamó. Fue allí donde se enteró de la muerte de sus compañeros Jaime Andrés Calderón Reyes y Diego David López Domínguez. a quienes siempre recordaría como los hermanos que nunca tuvo.
El ataque le dejó profundas cicatrices. El miedo a la oscuridad y el sonido de las ametralladoras la atormentaban. Las noches se convirtieron en un calvario de insomnio y pesadillas. Durante un mes, Diana no pudo vestir su uniforme, símbolo ahora de sacrificio y dolor.
A pesar del trauma, encontró el valor para seguir adelante. Pensó en renunciar y volver a la publicidad, pero su corazón seguía en la Policía. Sabía que su vocación de servicio era más fuerte que sus miedos. Una semana después del brutal ataque, se reencontró con sus padres y su hijo, celebrando el milagro de su supervivencia en medio del luto por sus compañeros caídos.
El ataque no solo dejó huellas en ella y sus compañeros, sino también en la comunidad de Morales. Los guerrilleros saquearon el banco, tiendas y droguerías, dejando un rastro de destrucción y dolor. Los habitantes del pueblo, que se habían reunido el domingo para un bingo en la galería, nunca imaginaron que esa multitud facilitaría la infiltración guerrillera.
Diana Fernanda Salazar Ruiz a quien junto con los sobrevivientes le fue otorgada la medalla al valor, es un testimonio viviente del coraje y sacrificio de las mujeres en la Policía Nacional. Su historia resalta la cruda realidad que enfrentan los policías en Colombia, pero también su inquebrantable dedicación y amor por la comunidad. La valiente patrullera sigue adelante, inspirada por el recuerdo de sus compañeros caídos y motivada por el deseo de un futuro mejor para su hijo y para el país que juró proteger.