Por: Emilio Gutiérrez Yance
En la convulsionada Calle 12, del barrio Fredonia en Cartagena de Indias, la vida de Shirlis Tatiana Goither Moya, de 22 años, es un testimonio de perseverancia y amor. Desde pequeña, soñaba con pertenecer a la Policía Nacional. A pesar de los muchos obstáculos, su determinación y el incondicional apoyo de su madre, Minelvina Moya Herrera, han sido los pilares que la han impulsado a seguir adelante.
Minelvina, una mujer de 42 años, ha trabajado toda su vida de manera incansable como vendedora de fritos para sacar adelante a sus tres hijos. Quedó viuda cuando Shirlis apenas tenía seis años.
Su esposo, Cristóbal Goither Zabaleta, un vendedor de butifarras fue alcanzado por las balas que dispararon un par de sicarios en un atentado que no era para él. Desde entonces, Minelvina ha enfrentado la vida con un espíritu indomable vendiendo fritos en una esquina del barrio para asegurar el sustento y la educación de sus hijos. «Mi mamá es mi héroe», dice Shirlis con orgullo. «Nos sacó adelante con su esfuerzo y sigue guerreando día tras día».
La infancia de Shirlis fue una mezcla de alegría y tragedia. Desde niña acompañaba a su madre a vender frituras y por las tardes iba a la escuela convencida de que el estudio era el mejor camino para alcanzar su sueño. Terminó su bachillerato gracias al esfuerzo de su progenitora y decidió estudiar salud ocupacional.
Desde pequeña, Shirlis jugaba a policías y ladrones en su barrio, soñando con el día en que pudiera vestir el uniforme de la Institución. El barrio Fredonia, otrora un sector extremadamente peligroso, estaba marcado por enfrentamientos entre pandillas y policías persiguiendo a los delincuentes. En medio de esta realidad, la mente de Shirlis siempre estuvo del lado de los buenos.
Sin embargo, su primer intento de ingresar como patrullera se vio frustrado por problemas de sobrepeso. «Fue un golpe duro», confiesa Shirlis, «pero no me rendí». Decidió entrar como auxiliar de policía, con el objetivo de perder los kilos de más y seguir luchando por su sueño. Inspirada por un compañero que era auxiliar en la calle 13, Shirlis se preparó y salió apta para ser enviada a la escuela de formación en Magangué, Bolívar.
La experiencia en Magangué fue un desafío significativo. «Cuando llegué, estaba tan emocionada y triste a la vez. Sentimientos encontrados porque nunca me había separado de mi familia», comenta Shirlis.
Los tres meses lejos de casa fueron duros, pero le enseñaron valiosas lecciones de pertenencia, disciplina, trabajo en equipo, respeto y responsabilidad. A pesar de las dificultades económicas, Minelvina, su madre no podía perderse la graduación de su hija. «Ver a mi mamá tan emocionada en mi graduación y diciendole a los demás que yo era su hija fue indescriptible», recuerda Shirlis con lágrimas en los ojos.
Durante una ola invernal en Cartagena de Indias, la casa de la familia Goither Moya se inundó y perdieron todo. Sin embargo, la solidaridad de la Policía Nacional se hizo presente. «Fue una noche difícil, sacando agua y barro, pero sentí el respaldo de mis compañeros», recuerda Shirlis. El comando de policía reunió dinero para ayudar a la familia en la recuperación de lo perdido, un gesto que Shirlis valora profundamente.
Desde su casa en Fredonia cada día, Shirlis se desplaza en bicicleta al comando de Policía Bolívar, donde actualmente ejerce como apoyo administrativo, siempre atenta a lo que sucede. Su sueño de ser patrullera sigue intacto y ya está en proceso para alcanzarlo. «La Policía es mi familia y siempre siento su respaldo. Mi siguiente paso es ser patrullera y quiero sacar a mi mamá adelante para que tenga una vida digna», afirma Shirlis con determinación.
La historia de Shirlis Tatiana Goither Moya es un testimonio de perseverancia, amor, esfuerzo y sacrificio. A pesar de las adversidades, sigue trabajando incansablemente para cumplir su sueño y honrar la memoria de su padre, mientras se esfuerza por darle a su madre, Minelvina, una vida digna. «Siempre siento la presencia de mi papá en mi trasegar, y eso me da fuerzas para seguir adelante», concluye Shirlis con una sonrisa llena de esperanza.